Las curas son medios utilizados durante un periodo limitado para ayudar a la curación de un enfermo. Consisten en permitirle que aproveche al máximo la acción bienhechora de un remedio, casi siempre natural. Los médicos recomiendan curas de aire puro, de reposo, de luz solar, de sueño y, sobre todo, curas a base de aguas minerales o termales. La cura se efectúa generalmente en un establecimiento especializado, regentado por servicios de sanidad e instalado en un lugar reputado como favorable para la curación. Los sanatorios y los preventorios ayudan a la curación de enfermedades pulmonares, como la tuberculosis. Están situados en regiones alejadas de las ciudades, a media altitud, en lugares donde el aire es particularmente seco y puro. Una parte del tratamiento (la más importante) consiste en curas cotidianas de reposo, hechas al aire libre y al abrigo del viento. Gracias a la acción tónica del aire sano, la enfermedad retrocede, renace el apetito y el sueño nocturno se hace largo y profundo. Las curas solares (o helioterapia) y las curas marinas aire marino y agua de mar (o talasoterapia) tienen una acción bienhechora sobre la salud. 

Estas últimas curas están especialmente indicadas para el entrenamiento muscular de los deportistas. La cura termal es una terapéutica medicinal que utiliza las aguas de las fuetes minerales bajo indicación médica. Quienes practican estas curas viven en los balnearios y deben seguir cada día, a horas fijas, las indicación es médicas que se les hacen: bebidas, baños, duchas, masajes, inhalaciones, gargarismos, etc. Cada fuente y cada balneario posee unas virtudes particulares, derivadas de la composición de sus aguas: alcalinas, sódicas, cálcicas, sulfurosas, ferruginosas, etc. Aparte las curas, quienes frecuentan los balnearios pueden asistir a las diversas atracciones organizadas por la estación termal.