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Nacimiento de un ciclón

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Cada año, durante los periodos cálidos, se forman los ciclones en los trópicos. El viento puede formar torbellinos a grandes alturas y alcanzar velocidades que superen los 300 kilómetros por hora. Estos torbellinos forman un círculo de 100 a 450 kilómetros de radio, que progresa lentamente, a una velocidad de unos 30 kilómetros por hora. Las víctimas de este tipo de fenómenos se cuentan por millares, e incluso por centenares de miles, como en Bengala en 1970. Los ciclones nacen del encuentro de una masa de aire caliente de origen tropical con una masa de aire frío de origen polar. El aire se calienta al nivel de los mares, se hace más ligero y asciende, como si fuera absorbido por un aspirador gigante. 

Si a grandes alturas choca con aire frío más denso, empieza a girar cada vez más de prisa, siempre en el sentido de las agujas del reloj si el fenómeno se produce en el hemisferio norte. En el centro de la corriente ascendente, de 10 a 20 kilómetros de anchura, la presión barométrica es muy baja, el aire está en calma y el cielo aparece sereno: a esta zona se la llama ojo del ciclón. Alrededor del ojo se desencadena el viento y el agua: las casas se derrumban, los árboles son arrancados, olas monstruosas se abaten sobre las costas, los ríos se desbordan y torrentes de agua ahogan a las personas y al ganado. Estas perturbaciones catastróficas reciben el nombre de tifones o tornados en Asia y de huracanes en América. En las regiones templadas, las depresiones (huracanes y borrascas) que se forman son poco peligrosas, ya que se fragmentan; los perjuicios que causa una tromba no suelen afectar más que a unos pocos kilómetros cuadrados. Los satélites meteorológicos permiten prever la formación de ciclones. Sin embargo, pese a los esfuerzos de los investigadores, no se han podido evitar estos fenómenos. Lo máximo que se ha conseguido ha sido atenuar la fuerza del viento mediante la siembra en las nubes de cristales de yoduro de plata.

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Hola, soy Arnold Figerar, un entusiasta del mundo 2.0. Te doy la bienvenida a mi blog, donde escribo sobre lo que me gusta, tecnología, bricolaje, recetas, historias de mi abuelo, en fin. Espero disfrutes del contenido

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Los faros marítimos

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Para ayudar a los marinos a dirigirse durante la noche, cada país construye, en los lugares más peligrosos de sus costas o de sus islas, altas torres coronadas por potentes faros. La luz de los faros más potentes puede identificarse, en la oscuridad, hasta una distancia de un centenar de kilómetros. El faro no envía una señal de peligro. Envía un mensaje luminoso que repite sin cesar durante toda la noche e indica, a quien sabe interpretar este mensaje, la posición en que se halla. El faro habla con su luz. Puede emplear diferentes colores: blanco, rojo, verde o, más raramente, violeta o azul. Su luz puede ser fija, iluminar en todas las direcciones o no iluminar más que ciertos sectores de su horizonte. Su luz también puede moverse. Se dice que produce destellos cuando se suceden períodos breves de luz y períodos más largos de oscuridad. Se dice que es de ocultación cuando los períodos de luz son más largos. Cada período de luz o de oscuridad tiene una duración que puede ser cronometrada y se suceden con diferentes ritmos. La misma luz puede emitir destellos con alternancias inferiores a un segundo.

Las combinaciones posibles pueden ser tantas como los faros que existen en el mundo: veinticinco mil. Como nadie es capaz de retener todas las combinaciones, cada capitán dispone de un Libro de faros, que describe las señales emitidas por cada uno de ellos. La curvatura de la Tierra limita el alcance de los rayos luminosos. Cuando hace mal tiempo, los faros emiten también señales de bruma, que son sonoras. En la actualidad, los faros están reforzados por los radiofaros cuyas ondas son fácilmente captables, independientemente del tiempo que haga, por todos los barcos equipados con aparatos receptores.

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Moldear los plásticos

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Desde tiempo inmemorial se utilizan materias plásticas naturales, como la arcilla de modelar, el asfalto o las resinas, que permiten obtener formas nuevas por presión o mediante un ligero calentamiento. Lo que en la actualidad llamamos «plásticos» son materias que no existen en la naturaleza, sino que se obtienen industrialmente mediante síntesis. Las primeras materias plásticas artificiales aparecieron hace aproximadamente unos treinta años. En la actualidad, se emplean más de mil productos diferentes. Al principio, los plásticos se obtuvieron a partir de materias naturales. Para fabricar celuloide, el primogénito de los plásticos, se plastificaba pasta de madera o celulosa con alcanfor. 

Podían obtenerse diferentes formas por medio del calor: era termoplástico. Apareció después la galalita, que se preparaba con caseína y formol. Les sucedió la baquelita, que se obtenía a partir de una materia artificial plastificada por el formol y el fenol. La baquelita fue la primera de las resinas termoendurecibles, que mantienen su forma y se endurecen si se las calienta. Los nuevos plásticos proceden casi siempre de la hulla o del petróleo, y su precio de coste es poco elevado. Se les da forma por procedimientos simples. Primero son calentados y a continuación se moldean por compresión o por inyección, aunque también pueden depositarse sobre una superficie plana, como las películas de la industria fotográfica. Los plásticos más recientes son los politenos, para los radares, las siliconas, para los barnices, el nylon, cuya composición y cuyos usos son semejantes a los de la seda, y los poliésteres, que reforzados con fibra de vidrio sirven para carrozar los automóviles, los aviones y las naves espaciales.

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Hacer un tonel

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Miles de pipas de madera, llamadas toneles, permiten almacenar, conservar y hacer madurar y envejecer, en madera, el buen vino y los alcoholes de calidad. Pese a la competencia de las cubas de cemento y de las cisternas metálicas, la tonelería industrial, y principalmente la de artesanía, continúan produciendo toneles de madera, desde los pequeños barriles hasta los enormes bocoyes. Los toneles están fabricados con tablas de madera ensambladas las unas con las otras, sin junturas especiales. La simple unión sin intersticios de estas tablas es suficiente para garantizar que el recipiente sea hermético, ya que la humedad, al hacer que se hinche la madera, se encarga de que los ensamblajes sean estancos. 

El tonelero utiliza maderos verdes y los parte en el sentido de sus fibras para obtener unas planchas en bruto o tablas. Emplea madera de castaño o de acacia, pero prefiere el roble para los toneles de calidad. Después de un largo período de secado, hace con estas tablas las duelas para las paredes del tonel y las tiestas para los dos fondos de ensamblaje. Trabaja cada pieza con atención sobre la garlopa especie de cepillo largo y macizo invertida y mantenida en posición oblicua con ayuda de los pies; es decir, las tablas son las que se deslizan sobre la lámina cortante. Para mantener el ensamblaje de las duelas y las tiestas rodea los toneles con varias filas de aros metálicos bien ajustados y cerrados con fuerza. Los nombres y las capacidades de cada uno de los diferentes tipos de toneles varían en cada región productora de vino. Las capacidades suelen oscilar entre los 700 y los 60 litros de vino, aunque las cubas de cemento o de metal, recubiertas interiormente con un revestimiento especial neutro, pueden contener varias decenas de hectolitros de vino.

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